¿Había rio?

(Con la valiosa colaboración de Alberto Wainer)

¿Había agua, sedienta de senderos,
tierras esperando fronteras,
muelles esperando costas,
Islas deseando soledad,
torbellinos de tierra,
Camalotes arraigados,
o casas zancudas que jamás se inundaran?
¿Había rio antes que inventáramos el lecho?

Según la tarde se apaga,
La sombra de la casa avanza sobre el agua
Y, sin jamás teñirse, se acuesta
Y duerme.
Las ultimas lanchas no pueden despertarla
Ni las ramas de los sauces
Llorando sobre la corriente.
Es la hora del “off” para los mosquitos,
El cigarrillo en la obscuridad,
El sol de noche,
Y de escuchar.
Al fin, escuchar
El agua peleándose con la costa a puro beso

Victoria, BC, Canada
24 de Diciembre, 2023

Un poema y su camino

La primera parte del poema original leía:

¿Había rio antes que horadáramos el lecho?
¿Había agua, sedienta de senderos?
¿Tierras esperando fronteras,
Muelles esperando costas,
Islas deseando soledad,
Torbellinos de tierra,
Camalotes arraigados,
o casas zancudas que jamás se inundaran?

Alberto Wainer, comenta:
Yo, sé que es imperdonable pero me tomé el atrevimiento de leerlo, mejor dicho, de leermelo, así:

Había agua, sedienta de senderos,
tierras esperando fronteras,
muelles esperando costas,
Islas deseando soledad,
torbellinos de tierra,
Camalotes arraigados,
o casas zancudas que jamás se inundaran?
¿Había rio antes que horadáramos el lecho? (…)

Y sentí que el poema fluía, que corría con toda libertad, sin ese «horadándolo» que, al principio, apenas transpuesta la compuerta me parecía que trababa el precipitarse sediento del agua y que, once versos más adelante, lo enaltecía, le daba ética. Suelo jugar de esta forma, o parecida, con algunos poemas, especialmente con los que, aunque nazcan de una pregunta, preanuncian cierta estructura himnica, Whitman, Hart Crane. A ninguno de los dos les conté que me tomé ese atrevimiento, pero me pareció que si lo compartía con vos no estaba mal del todo. .. ¿O si? Besos.

Mi respuesta:
No, para nada – te molesta si agrego esta nota en la página?

Alberto Wainer:
Me parece un ejercicio-juego muy atractivo. Me encanta que me lo hayas propuesto.

Nota a posteriori: (si se pudiera decir que «a posteriori» existe para un poema de un poeta aún vivo):
Ese «horadáramos» tan discordante y conflictivo llegó depués (el poema vino con un simple «hiciéramos» en su lugar) en el momento en que lo puse, me molestó, pero, al mismo tiempo, me provocaba una molestia agradable. Decidí dejarlo después de leerlo en voz alta varias veces, y navegarlo con éxito. Cuando mi padre lo mencionó, me causó gracia. Como los pájaros que se comían las migas de Hansel, si Hansel hubiera tenido más sentido del humor y menos sentido de sobrevivencia. Era como el segundo zapato encontranto el suelo.
Leerlo nuevamente en frío, sin entrenamiento lingual, me sacó las pocas ganas de experimental que me quedaban.

Inventáramos quedó. Al fin y al cabo, si nó por otra cosa porque en mi visión antigua y «Copenhagueniana» del mundo, le atribuya quizás una importancia desmedida al testigo.

Péndulo

Y entonces me das la espalda
Te estás yendo, y solo veo
Tu trenza marcando el tiempo
Recorriendo como péndulo
Tu espalda, de hombro a hombro
Te llamo. Grito tu nombre
Te detenés, sin darte vuelta
Escuchando.

“Y que ocurrirá –suplico-
Con la sabiduría de nuestras manos,
Con ese instinto trabajado de nuestros labios,
La costumbre de llenar nuestros huecos,
El reflejo del uno en los ojos del otro,
El hábito del abrazo como forma de vida,
El asesinato matinal de la pesadilla
(el otro como arma)”

Por una eternidad el tiempo
Se estira, casi hasta detenerse
Después, sin aviso alguno
El péndulo resume su marcha
Y te perdés en la distancia

Victoria, BC, Canadá
24 de diciembre, 2023