Me despierto desprotegido. Lúcido. Como si pudiera encontrar las grietas, y usarlas de ventanas. Como si la puesta en escena no se hubiera terminado a tiempo. Los colores son más fríos y crudos que de costumbre, como si les faltara aún la pátina final. El aire cristalino, inepto, no alcanza a separar las distancias.
Todo esto ocurre dentro mío. No es externo: no hay nadie escenografiando el mundo. Soy yo el que despertó antes de tiempo, antes de tener las cosas listas, los telones de fondo bajos y asegurados, las luces compuestas.